La vida a veces
Carece de alegrías propias de ella,
La única forma de difundirla
Es arrancándola de tu revés.
Aunque sigas con aquella certeza
De que ningún día, ningún día,
La sacarás de tu cabeza.
Ya sea diez, quince, treinta años,
Esperando aquella respuesta,
Y ese poderoso escudado de su jineta
Por pagar, espera, y esperará todavía.
Insisto la vida a veces,
Carece de alegrías propias de ella.
Dedicado para esas madres que carecieron de felicidad, aquella felicidad que entrega un ser querido ya sea hijo, hermano o amigo. Felicidad la cual fue arrancada desde su lado y nadie paga por ello.
No hay comentarios:
Publicar un comentario